miércoles, 3 de octubre de 2012

De cuando hago sopa de tomate descalza en la cocina I

(Háblame del miedo. Dije.) 

Y nunca nos cansamos. 
Pero sí nos cansamos.

Del miedo a ser felices y miedo. 
Del miedo a no sonreír a hacerlo constantemente a 
las agujetas a ser jodidamente felices a 
no serlo 
porque 

él. 

Miedo.
Del miedo a 
que la realidad nos tire piedras donde los huesos 
del camino del 
miedo. 

A correr tantos orgasmos como metros bajo tierra y sobre las nubes tocar fondo y tocarte sin miedo. 
Despertar del miedo. 

A desgastarnos los codos estudiando saliva a 
desgastarnos la saliva. 
A desgastarnos. 
Despertar. 
Y hablar de dulces que pueden llegar a ser las pesadillas 
si son donde tu espalda. 
Y pelo y pecho y frías sábanas huecas donde tu espalda. 

A hacer cosquillas a los libros que nunca escribimos. 
A desayunar. 
Constantemente.
A no dejar de mirarnos.
A entrar.
A no salir.
Entrar.

A

Mimarnos. 
Extirparnos. 

A miedo.





3 comentarios:

  1. miedo al miedo. uf, lo·que·duele·eso.

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  2. Creo que el miedo a ser felíces no tiene olor, pero se nota en las palabras y en los ojos. No tiene olor pero a veces puedes verlo y no puedes explicarlo. Como si te incitara a la huída pero no quisieras escapar de ninguna parte, pero si, pero no y vuelta a empezar.

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