(Háblame del miedo. Dije.)
Y nunca nos cansamos.
Pero sí nos cansamos.
Del miedo a ser felices y miedo.
Del miedo a no sonreír a hacerlo constantemente a
las agujetas a ser jodidamente felices a
no serlo
porque
él.
Miedo.
Del miedo a
que la realidad nos tire piedras donde los huesos
del camino del
miedo.
A correr tantos orgasmos como metros bajo tierra y sobre las nubes tocar fondo y tocarte sin miedo.
Despertar del miedo.
A desgastarnos los codos estudiando saliva a
desgastarnos la saliva.
A desgastarnos.
Despertar.
Y hablar de dulces que pueden llegar a ser las pesadillas
si son donde tu espalda.
Y pelo y pecho y frías sábanas huecas donde tu espalda.
A hacer cosquillas a los libros que nunca escribimos.
A desayunar.
Constantemente.
A no dejar de mirarnos.
A entrar.
A no salir.
Entrar.
A
Mimarnos.
Extirparnos.
A miedo.