martes, 12 de febrero de 2013

Alas entre las manos

Una vez, 
de noche, 
encendí un cigarrillo. 
No apagué las luces.
La casa se quedó conmigo.


Algo cayó del techo pero luego resultó no ser nada, nada en absoluto. El techo es sólo techo por mucho que intenté lo contrario. 
El techo es un lugar. 
Sólo techo.
La casa se quedó conmigo. 
No tuve miedo. No escribí. Olvidé leer en dos idiomas. Cosí dos botones. Mastiqué chicle blanco. Pensé en cómo pensaría una bombilla. Me atraganté con saliva. Escupí cuatro gemidos mal puestos. Abrí la ventana. 

Y temblé de frío. 


(No sé volar por mucho que pretenda aprender lo contrario. 
Encendí otro cigarrillo. Algo cayó. Estaba llena de ceniza. Otro cigarrillo. Pretendo no dejar de fumar porque el humo me hace cosquillas en las manos.)



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